lunes, 30 de enero de 2012

El Arte de Conversar

A propósito de indignados, recuerdo mi primera indignación en el ámbito educativo. No me gustaba para nada y la verdad no me sigue gustando cuando el mundo adulto todopoderoso de padres, profesores y otros caciques consideraban como defecto, vicio o pecado el maravilloso hábito de conversar.Como mi hogar era un verdadero "Palacio del habla", no era extraño el entusiasmo con que me unía a conversaciones sobre las cuestiones más diversas, algunas en cierto modo impropias para niños. Me ponía contento que los grandes disfrutaran conversando, y yo mismo me sentía importante cuando era acogido en este diálogo de gigantes; "empoderado", diríamos segun la nomenclatura de estos tiempos. En ese gusto por el diálogo aprendí, tambien, a conversar con mi propio ser.En casa y para ser sincero "dentro de todo" aprendí que la divergencia se transparentaba y ponía sobre la mesa, recuerdo discusiones largas, apasionadas y entretenidas, muchas de ellas sobre peliculas y otras tantas sobre la vida misma: La visita de la primera dama para mi tan aclamado cumpleaños, el cambio de párroco, el carnaval de la plaza y por supuesto las andanzas del cachorro.Pero resulta que el sistema estigmatizaba a los niños conversadores, nos auguraba el fracaso y registraba nuestra condición en los libros de anotaciones negativas. Ya más grande, crecimos y nuestra vocación seguía en el terreno del descrédito: Hasta en las primeras andanzas románticas la fama del galán con mucho "verso" anotaba más en contra que a favor. Y qué decir del ámbito laboral, donde la conversa se asocia rápido a criollas malas costumbres como la sacada de vuelta y la flojera.¿ Tendrá algo que ver esta historia de desprestigio del delicioso arte de conversar con la dificultad que tienen hoy muchisimas personas para relacionarse con los demás y así concurrir a un diálogo de verdad, honesto y fecundo?, No me extraña que en los tiempos de Piaf y Dietrich existían conversaciones interminables y mejores que en los tiempos de Gaga y Bieber. y me pregunto, ¿ a donde fueron esas palabras compartidas en la mesa familiar y en los paseos por las plazas? Y aunque el acto humano noble de escucharse tenga poco espacio en una cultura donde una tablet con wi-fi lo tiene todo ya resuelto por ti. Me llena de esperanza encontrar a veces y solo a veces a alguien que también afirme esta certeza: "Hablando se entiende a la gente y conversando se resuelven los problemas".Carlos Melo Iturriaga.

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